El título del artículo de hoy hace referencia a un fragmento incluido en este post en el que hablábamos de las dinámicas en las relaciones y de las adaptaciones que es necesario que vivan.
Utilizando la misma metáfora, hoy vamos a hablar de los roles en las relaciones.
Ya hemos comentado en otras ocasiones que no es posible no desempeñar un papel en cada relación que mantenemos, sea del vínculo que sea. Lo natural es que estos roles tiendan a variar en función de la relación de la que se trata.
Para empezar, hay relaciones que por su propia condición están fundamentadas en roles complementarios, esto es, jerárquicos, en los que según el rol que se ocupe se está arriba o abajo, como pueden ser la relación padre/madre (arriba)-hijx (abajo), en el contexto escolar entre profesorado (arriba) y alumnado (abajo), en el contexto laboral como jefx (arriba) y empleadx (abajo), etc. Aclaro que el hecho de que sean jerárquicas y complementarias no significa que sean autoritarias, ya que se puede confundir.
Otros tipos de relaciones, como las de amistad, entre hermanxs, entre compañerxs de clase o de trabajo, etc. son horizontales, entre iguales, pudiendo desempeñar distintos papeles a nivel social. Por ejemplo en un grupo con cierto recorrido entre quienes lo conforman no es difícil distinguir quién actúa como líder, quién tiende a ser la persona graciosa, la que media en todos los conflictos, etc. Si bien dentro de un grupo de amigxs puede haber personas que ocupan un rol “superior” al resto porque actúan como líderes, tienen más peso a la hora de tomar decisiones conjuntas, etc. esta verticalidad no tiene el mismo carácter rígido como sí lo tiene por ejemplo la relación profesorx-alumnx, ya que el propio contexto en el que se da esta relación hace que determinada persona tenga que ocupar cada rol y no es posible decidirlo ni cambiarlo.
Cada rol tiene siempre su función, cada uno cumple su misión dentro de una dinámica social en el contexto que sea. Por tanto, los roles sociales en sí mismos no tienen por qué generar problemas. Sin embargo, sí son causantes de conflicto cuando, en el marco de una relación en la que se pueden modificar los roles, estos son tan rígidos que nunca se intercambian. Te sonará si alguna vez has oído algún comentario del tipo “ya no eres como antes”, que expresa rechazo al cambio y en cierta parte comunica que no se está conforme con que la persona en cuestión quiera desempeñar un papel diferente al que hasta ahora llevaba.
Aquí viene la comparación con la metáfora de Alicia en el País de las Maravillas que comentaba al principio: A veces podemos desempeñar un papel determinado en una relación que, independientemente de cuál sea, no nos produce conflicto porque en ese momento se adapta a lo que queremos en dicha relación. Sin embargo, si crezco como crece Alicia al beber del frasco que le hace aumentar de tamaño, y sigo en el mismo contexto (relación) que en vez de cambiar en consonancia a mi tamaño se queda tal y como estaba, y no se modifica para adaptarse a mi situación actual (en la que pueden haber cambiado mis expectativas y deseos de lo que espero que me aporte esa interacción con la(s) otra(s) persona(s)),
Un ejemplo que puede servir para muchas personas es lo que ocurre cuando en tu etapa adulta llega un punto en el que te das cuenta de que aquellas amistades que creías incondicionales en la adolescencia, con las que lo compartías todo, ahora ya no cumplen lo que tú buscas de una amistad, bien sea porque ya no os gusta hacer los mismos planes, porque tenéis valores muy diferentes, porque vuestro estilo de vida no tiene nada que ver… Por el motivo que sea que te haga sentir que ya no estás en consonancia con esas personas, te planteas que si esa relación ya no te resulta adaptativa puesto que no disfrutas del tiempo que compartís, quizá sea mejor pasar página y enfocarte en otras personas que actualmente sí te aportan lo que buscas. Puede ser que con el tiempo y el desarrollo de tu historia vital hayas crecido como Alicia y lo que antes te iba bien ahora se te quede pequeño, incluso puede que notes que te impide avanzar y que necesitar “salir” de ello y alejarte. Simplemente lo que ha ocurrido es que el rol que tenías antes, la persona que eras hace unos años, ya no es la misma y no busca lo mismo, y eso es algo completamente natural y es un signo de que avanzas y das espacio a los cambios en tu vida.