Las no-mo o por qué no podemos desvincularnos de la maternidad

Sí, has leído bien el título. “No-mo” es la abreviatura de “not mothers”, las “no madres”. Así es como se ha acuñado a las mujeres que deciden no tener hijes por el motivo que sea. Hoy vengo a hablarte de por qué me parece importante resaltar que ni siquiera cuando decidimos no ser madres podemos desvincularnos de la maternidad, por pertenecer a este género.

Porque hay una explicación al hecho de que exista un colectivo de mujeres a las que se les califica como “no madres”, pero no existe el concepto social de los hombres “no padres”. Incluso se habla de un perfil concreto entre las mujeres que no quieren tener descendencia.

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Vamos a analizar esta cuestión desde una perspectiva feminista.

La pregunta es: ¿Por qué como sociedad sentimos la necesidad de poner un calificativo concreto a las mujeres que no ven lugar a la maternidad dentro de su proyecto de vida? Hasta tal punto de dedicarles varios artículos en prensa e incluso un documental. Ser mujer y no querer ser madre parece ser algo revolucionario.

Y sí, la verdad es que realmente lo es. Lo es porque desde la infancia jugamos a cuidar a bebés, sólo tienes que abrir cualquier catálogo de juguetes y no faltará el muñeco de bebé en diferentes versiones, casi siempre en brazos de una niña (ahora está cambiando, aunque muy despacio y tras mucha denuncia social).

Digo que no querer ser madre siendo mujer es revolucionario porque implica romper una norma social. Significa ir en contra de los mandatos propios del género que te asignaron al nacer.

La maternidad es la norma para las mujeres tal y como existe la heteronormatividad. Es decir, a medida que las personas vamos creciendo se da por hecho que “por defecto” somos heterosexuales y en todo caso en algún momento de nuestra vida nos daremos cuenta de que quizá no, quizá nos identificamos más con otras orientaciones sexuales y si es así tendremos que “salir del armario” con las personas de nuestro entorno (con todo el mundo en realidad, porque la heteronorma es tal que nunca dejas de salir del armario, pero ya hablaremos de eso otro día).

En este caso no querer ser madre es como salir del armario de lo que se esperaba que por defecto desearías. Si no fuera así, no existiría la presión social con la que cualquier mujer se puede sentir identificada basada en comentarios y preguntas del tipo “¿y tú para cuándo?”, “se te va a pasar el arroz”, “como te despistes…”, “tendrás que decidirte pronto”, y si dices firmemente que no quieres tener hijes “ya cambiarás de opinión” o incluso “te arrepentirás”.

Aquí hemos dado con una de las claves por las que no podemos desvincularnos completamente de la maternidad: La sombra del arrepentimiento. La posibilidad de sentirte culpable el resto de tu vida por haber tomado una decisión errónea cuando estabas a tiempo. ¿Cuántas mujeres, realmente, son madres por miedo a arrepentirse de no haberlo hecho en un futuro?

Puede parecer un poco exagerado pero no lo es, es la realidad más cotidiana de las mujeres adultas. Creemos que si no somos madres no vamos a perder algo. Algo que sólo se siente ocupando ese papel. Estamos convencidas de que la maternidad nos colocará en un plano diferente de la vida, en uno mucho mejor a pesar de que haya algunos malos momentos, pensamos que nos hará mejores, más felices.

Y te tengo que decir que no es del todo mentira. Es cierto que la maternidad por sí misma no aporta ni felicidad, ni mejor autoestima, ni te tiene por qué abrir los ojos en ningún sentido. Te puede aportar todas esas cosas tu experiencia personal, pero ésta es tan subjetiva que no es adecuado generalizar una vivencia tan amplia como ésta.

Lo que sí aporta la maternidad es el posicionamiento en una categoría social diferente. Por ello nos puede parecer hasta normal distinguirnos entre nosotras como madres o no madres. De hecho, un ejercicio curioso es prestar atención a los perfiles en redes sociales de distintas personas, sobre todo perfiles profesionales o de personas famosas. Echa un vistazo a cuántas mujeres en su descripción añaden “mamá” o “madre”, y compáralo con cuántos hombres hacen lo mismo.

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