Y decimos en la crianza, como también podemos decir en cualquier otra relación humana o vínculo que creemos entre personas. Ninguna relación es perfecta, ni puede satisfacer al 100% las necesidades de la otra persona, ni si quiera si es nuestrx hijx. Aquí romperíamos el mito que dice que por haber engendrado un hijx sabemos lo que necesita y como tenemos que actuar. La realidad es diferente, para saber lo que necesita y como dárselo necesitamos estar, observar, comprender y acompañar, en definitiva cuidar. Algo fuera de los genes y de la biología.
Y para hablar de todo esto, debemos hablar de apego y de necesidades afectivas, algo que preocupa mucho (y con razón) a las madres y padres de hoy en día. ¿Qué tipo de vínculo tienes establecido con tus hijxs? ¿Y con tus padres? Si echas la vista atrás unos segundos ¿Crees que tus padres satisfacieron todas tus necesidades afectivas? Es decir, ¿actuaron siempre como tu necesitabas que lo hicieran? ¿Crees que tu lo estás haciendo con tus hijxs? ¿Crees que es posible hacerlo perfecto?
Como decíamos al principio la perfección no existe, no podemos actuar siempre como la otra persona necesita que lo hagamos. ¡Ojo! Esto no significa que justifiquemos una crianza sin buenos tratos, al contrario, nuestro objetivo es fomentarla, pero siendo realistas. Como decía Winnicott, uno de los psicoanalistas que más aportaciones hizo al apego, lxs niñxs necesitan una madre o un padre suficientemente buenos, no perfectos.
¿Y como es esto de ser suficientemente buenxs?
Cuando hablamos de apego y de necesidades afectivas en la infancia, estas se manifiestan a través de tres sentimientos: 1)Formar parte de vínculos estables 2) sentirse aceptado y 3) ser importante para la otra persona.
- Los vínculos estables, si son positivos, hacen que lxs niñxs se sientan seguros y que se animen a explorar un mundo desconocido fuera de sus cuidadores, porque saben que estos siempre van a estar ahí si los necesita.
- La aceptación de lxs niñxs tal y como son. No se trata de aceptarlos por lo que hacen o por las cosas que nos gustan de ellxs, sino por el hecho de ser, de estar y de que nosotrxs hemos decidido traerlos a este mundo. El hecho de que existe una posición jerárquica: adultoxs-niñxs, no podemos modelar a nuestrxs hijxs «a nuestra imagen y semejanza», al igual que tampoco lo hacemos en otras relaciones importantes de nuestra vida.
- Ser importante para la otra persona. Este sentimiento junto al interior es lo que hacen que la autoestima de lxs niñxs se construya de una manera fuerte o no. Un ejemplo claro es cuando un niño/a enseña sus logros a los asultos, esperando reconocimiento y aceptación, el típico «mira lo que hago…» Ante esta situación, los adultos podemos comportarnos dejándole claro que lo que está haciendo es importante para nosotrxs, pero también hay adultos que solo elogian a sus hijxs si destacan en algo o si «han sido el/la mejor». Incluso algunos padres y madres muestran reticencias a elogiar a sus hijxs por el miedo a que se conviertan en personas orgullosas y arrogantes. Cuando la realidad es que sucede todo lo contrario, lxs niñxs necesitan (y hemos necesitado) sentirnos importantes para nuestros padres y madres. Como dice Sáinz «Si se sienten especiales en estos momentos del desarrollo no necesitará ser especial para el resto del mundo el resto de su vida».
Aquí solo hemos hecho a las referencia a las necesidades emocionales, pero también tenemos necesidades físicas, cognitivas y sociales. Pretender cubrir todas a la perfección puede sonar utópico, por más entregados que estemos en la crianza siempre vamos a cometer errores o a pasar cosas inadvertidas. Estos comportamientos no son algo tóxico, sino natural, humano e inevitable. Lo problemático es cuando estas necesidades son pasadas por alto de manera sistemática afectando a la salud mental del niño/a y del futuro adulto.