La soledad de la maternidad

No queremos ser categóricas y decir que todas las mujeres que son madres se sienten solas a menudo, pero si que es verdad que es una vivencia muy común y que muchas mujeres no se esperaban sentir antes de tener a sus hijes.

Tampoco somos enemigas de la soledad, es más, creemos que es un estado emocional que aunque a veces nos de miedo sentir e incluso evitamos, casi siempre es necesario pues nos permite vernos cara a cara con nuestros pensamientos, emociones y vivencias. El problema de la soledad que se vive en la maternidad es que muchas veces es un sentimiento contrario a lo que esperábamos sentir. Por ejemplo, cuando pensábamos que tener un hije nos uniría más como pareja y la realidad es que las fronteras entre nosotres cada vez son más grandes o cuando te sientes tan sola acompañada de tu pareja e hijes que sientes que nadie puede escucharte aunque les grites lo que necesitas.

¿A qué se debe que muchas mujeres lleguen a esta situación y que sea algo generalizado muchas veces? En nuestro grupo de maternidad podemos ver sesión tras sesión que es un sentimiento común, que desgarra, erosiona y a la vez normalizamos como lo «que nos ha tocado».

En este post no intentes buscar soluciones frente a estas situaciones porque no las habrá, tampoco encontrarás explicaciones concretas a este hecho, pues ni siquiera nosotras sabemos la cantidad de factores que influyen en cada mujer, en cada pareja, en cada familia. Simplemente queremos que hagamos una reflexión de por qué muchas mujeres al vivir la experiencia de la maternidad se sienten más solas de lo que se han sentido nunca.

¿Ss una cuestión de roles de género y de la mayor carga de los cuidados familiares sobre la mujer en muchas familias?, ¿es una cuestión de una pobre gestión de las emociones dentro de la pareja o de la familia?, ¿resultado de una comunicación familiar que no funciona? ¿o acaso es que no hemos sabido, como mujeres, identificar nuestras necesidades desde pequeñas y «de aquellos barros estos lodos»?, ¿el ideal de «buena madre» y de «superwoman» nos está encasillando?, ¿los modelos familiares recibidos?…

¿Un poco de todo esto y de muchas cosas más quizá?

Aquí haremos referencia a un libro que nos gusta mucho y al que recurrimos con frecuencia Dónde está mi tribu de Carolina del Olmo en el que podemos encontrar muchas respuestas a estos interrogantes.

¿Qué pensamos nosotras? Tras leer mucho y trabajar con diferentes vivencias de diferentes mujeres que están pasando por esta situación, hemos llegado a la conclusión de que muchas veces no hemos aprendido a saber qué necesitamos y cómo pedir la ayuda concreta, sumado a esto, hemos aprendido a cargar sobre la espalda los «debemos ser, sentir y actuar…» que los roles de género y el ideal de maternidad nos ha vendido de manera casi única hasta hace pocos años. Entonces muchas veces, nos vemos en una encrucijada entre lo que deberíamos ser y lo que necesitamos. Entre cuidar a los demás o descuidarnos a nosotras. Como si no pudiera ser compatible cuidar y cuidarnos, maternar a otres y maternarnos a nosotres.

Ante toda esta reflexión ¿Qué soluciones planteamos para intentar cambiar estas vivencias? ¿dónde estará la combinación de soluciones? ¿en la educación en igualdad, en una idea de maternidad realista y no única, en el reparto equitativo de cuidados familiares, en el autocuidado de las mujeres-madres, en el trabajo de las emociones que nos impiden pensar en nosotras también como la culpabilidad?

¿Cuál es tu reflexión?

 

 

 

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.