A menudo cuando contamos qué es Ataraxia y quiénes somos nosotras, surgen varias dudas, y una de las más comunes es: ¿y qué hace una trabajadora social en salud mental?
Contando que tanto la Psicología como el Trabajo Social son, en general, profesiones que arrastran muchos mitos y creencias erróneas (la mayoría negativos) y que, a su vez, no son profesiones sencillas de explicar a cualquiera, ya que «lo que se ve» de tu trabajo es que te sientas con una o varias personas a hablar, y el resto del trabajo queda insivibilizado para muchas personas.
Si bien es cierto que con los años poco a poco es más común naturalizar el hecho de acudir a una de trabajadora social o una psicóloga, aún queda mucho por hacer.
Además, como handicap, el Trabajo Social cuenta con la desventaja de que, a pesar de que las Ciencias Sociales están reconocidas como tal, no es una profesión a la que se asocie el rango de «ciencia» tal y como lo asimilamos desde el imaginario colectivo habitualmente, como sí ocurre con la Psicología. Esto facilita que sea vista como una profesión de menor rango, menos importante y con menos impacto en la calidad de vida de las personas.
Nos parece interesante hacer este post aclaratorio ya que nuestras profesiones están cargadas de muchos tabúes y estereotipos sociales erróneos, por ello es parte de nuestra responsabilidad explicar qué es lo que hacemos realmente. Además en el caso del Trabajo Social está la problemática añadida de que muches profesionales del ámbito sociosanitario siguen desconociendo nuestra función.
¿Qué hace una trabajadora social, en general?
En contra de las ideas que popularmente se tienen sobre esta profesión, el Trabajo Social va mucho más allá de prestar ayudas económicas y tramitar recursos o de trabajar las habilidades sociales.
La función específica de una trabajadora social varía en función del ámbito en el que se desarrolla, que son muchos: desde el sanitario, pasando por educación, penitenciario, servicios sociales, dependencia, personas mayores, menores, violencia de género, salud mental, inmigración, etc.
En cualquier caso el papel fundamental de la trabajadora social siempre se basa en asegurar la protección de los derechos sociales de las personas, acompañar e intervenir en procesos vitales difíciles (enfermedades, duelo, divorcio…) y trabajar junto con la(s) persona(s) interesada(s) en su empoderamiento y potenciación de capacidades para afrontar las situaciones que se le presentan y según sus circunstancias.
Se trabaja concretamente sobre la persona en cuestión y su entorno cercano, ya que el foco de la intervención es su interacción social con el entorno que le rodea, incluyendo familia, amistades, apoyos, trabajo, formas de autorrealización, etc.
Por tanto podemos decir que una trabajadora social ayuda a las personas con las que interviene a adaptarse a una situación presente (o previsible) en su vida de modo que puedan hacerle frente por sí mismes, respetando su autonomía siempre que sea posible y fomentando las diferentes habilidades que tiene cada persona de forma inherente y potenciando los apoyos entre sí.
Hasta aquí serían aspectos generales de la profesión aplicables a cualquier ámbito en el que se desarrolle, ahora pasamos a especificar qué hace una trabajadora social en salud mental.
La esfera social en salud mental
Para hablar de la influencia de los factores sociales en la salud mental primero hay que remitirse a los cambios que han sucedido en las últimas décadas en torno al concepto de salud: Ya fue en 1948 cuando la OMS reconoció por primera vez que la salud no sólo depende de factores biológicos, sino también psicológicos y sociales. A pesar de esto, en la práctica seguimos teniendo en general una concepción muy biologicista de la salud, lo que invisibiliza el impacto de los factores psicosociales y por tanto dificulta que estos se puedan trabajar.
En este aspecto es importante que tratemos de cambiar esa percepción, incluidos profesionales de la Psicología y demás profesiones sanitarias, ya que sólo desde una perspectiva biopsicosocial de la salud se consigue ofrecer una atención integral a la salud.
“Es una práctica especializada del Trabajo Social, un proceso psicoterapéutico que, mediante la relación entre el trabajador social y un cliente/ paciente (individuo, pareja, familia o grupo) y a través de un trabajo de análisis y de profundización de sus sentimientos, emociones, vivencias, dificultades y de la manera
en la que todo esto se manifiesta en sus relaciones interpersonales en diferentes contextos significativos, trata de ayudar a las personas a afrontar sus conflictos psicosociales, superar su malestar psicosocial y conseguir unas relaciones interpersonales más satisfactorias, utilizando para ello tanto las propias capacidades del cliente como los recursos de su contexto sociorelacional”.
(Ituarte, 2009)
Los factores sociales influyen en la salud mental como causantes de problemas así como consecuencias de los mismos. Por ejemplo, una persona en situación de desempleo prolongado (factor de vulnerabilidad social) es susceptible de desarrollar síntomas psicológicos y físicos de malestar. Si sólo se atienden estos últimos sin observar la situación social que los causa difícilmente se podrá ofrecer una ayuda eficaz. Lo mismo pasa con vivencias determinadas de forma negativa por factores psicosociales como el género, como hablábamos en este post.
A la inversa, creer que un problema de salud como una enfermedad mental no tiene impacto en la esfera social (relaciones sociales, estigma, inserción laboral, autoestima,…) es tener una visión sesgada de la realidad de las personas y dejar desatendidas necesidades fundamentales.
Depende del tipo de dispositivo en el que se ubique, la trabajadora social tendrá unas funciones específicas u otras, pero en general, y partiendo de las funciones básicas que hemos nombrado antes, se centra en conseguir la mayor adaptabilidad posible a la hora de convivir con la enfermedad mental, atendiendo a los síntomas de la misma, las limitaciones que genera, el malestar particular que causa en la persona que la tiene, los apoyos con los que cuenta, dificultades con las que se encuentra, etc.
La intervención social varía en función de cada caso y sus necesidades, hay personas que priorizan el acceso a un empleo, o la psicoeducación sobre la enfermedad y la convivencia con la misma, o las dificultades para establecer relaciones sociales y lidiar con el estigma y los prejuicios.
Habitualmente en Trabajo Social también se trabaja de forma directa con la familia de la persona usuaria, y en cualquier caso como parte de la valoración social previa al diagnóstico social sanitario es un requisito imprescindible atender a los apoyos con los que cuenta la persona y cómo los percibe. Por supuesto también se trabaja el modo en que cada persona se ve y se relaciona consigo misma.
De la misma manera siempre que sea posible se trabajan las necesidades de la familia, su visión de la enfermedad mental, su relación con su familiar, malestar, necesidades de ayudas, etc.
Amaya Ituarte (1992), trabajadora social y terapeuta familiar y de pareja, define los tres principales focos de intervención social en los que se introducen cambios:
1. Por medio de la relación interpersonal.
2. Por medio de cambios en la situación social.
3. Por medio de cambios en las relaciones con personas significativas en el
espacio vital de los individuos.
Como verás hasta ahora no he nombrado nada de ayudas económicas o de otro tipo, siendo un elemento al que habitualmente se reduce nuestro trabajo. Esto es porque, aunque evidentemente forma parte de las funciones de una trabajadora social y es una apoyo en la intervención social, no es ni mucho menos la prioridad (o no debería serlo). Las ayudas y recursos son elementos de apoyo para conseguir los objetivos acordados con la persona usuaria en función a sus necesidades, pero no son el fin de la intervención. Del mismo modo que un médico no sólo receta medicación sino que hace una valoración según sus criterios o que una psicóloga no sólo hace tests, sino que los usa como parte de su estudio sobre el estado de la persona.
El modo en que se realiza la intervención social también es diverso: Se atiende tanto de forma individual, en pareja, en familia o en grupos de diferentes tipos (ayuda mutua, socioeducativos, etc.).
La importancia de la coordinación interdisciplinar
Dicho todo esto, y ya que la salud es bio-psico-social, parece evidente que para ofrecer una buena atención les profesionales de cada ámbito se tienen que coordinar de modo que todas las necesidades en torno a la salud queden cubiertas.
¿Cómo se consigue esto? Entendiendo y respetando el trabajo de las demás profesiones sanitarias (porque sí, el Trabajo Social es una profesión sanitaria), entendiendo que a priori todas son igual de importantes ya que todas influyen en el bienestar global de las personas, aunque en la práctica en función del caso primarán unas u otras, pero nunca debemos como profesionales menospreciar, invisibilizar o obviar el trabajo de otras personas sólo porque se desconozca.
En resumen, a través del Trabajo Social se interviene sobre todos aquellos aspectos implicados en la interacción social con los diferentes elementos del entorno, de modo que se creen conductas saludables basadas en el autoconocimiento y la conciencia de las fortalezas personales para afrontar situaciones que nos llevan a un estado de vulnerabilidad emocional y psicosocial.
Espero haber aclarado alguna duda con este post, mi intención es ofrecer una visión más realista de lo que es esta profesión, aun así si te quedan dudas escríbenos un comentario y te contesto encantada 😉
Bibliografía
Garcés, E. M. (2010) El Trabajo Social en salud mental. Disponible en: https://es.scribd.com/document/307945130/El-Trabajo-Social-en-Salud-Mental
Ituarte, A. (1992) Procedimiento y proceso en Trabajo Social Clínico. ISBN 9788432307607
Ituarte, A. (2009) “El trabajo social clínico en el contexto sanitario”. Trabajo social y salud, nº 64 (págs. 283-304)