La semana pasada hablábamos de qué es el estigma y cómo se instaura en nuestro comportamiento sin que nos demos cuenta. Hoy vamos a enumerar algunos de los estereotipos más frecuentes (y más dañinos) sobre personas diagnosticadas de una enfermedad mental.
1. Son imprevisibles e impulsives
Este percepción estereotipada condiciona muchas de las interacciones que se ven afectadas por el estigma social. Por desconocimiento de las vivencias que tiene una persona en relación a la enfermedad mental, se asocia de modo despectivo e incluso con miedo que la sintomatología les hace actuar de forma imprevisible, brusca e incontrolable.
2. Son incapaces de desarrollar un empleo en condiciones normales
Ligado al anterior mito, se presupone que son personas desorganizadas, sin sentido de la responsabilidad, incapaces de adaptarse a un empleo «normalizado» asumiendo tareas, horarios, etc. Y por supuesto, mucho menos desarrollar un empleo de cara al público. Aquí también influye la idea incorrecta de que las personas diagnosticadas de enfermedad mental no han tenido una vida que se considerara «normal» antes de recibir esta etiqueta asociada a la enfermedad.
Tomamos como ejemplo un estudio realizado en Cataluña para reflejar el impacto de estas problemáticas: La tasa de paro de las personas con Trastorno Mental es del 61,9% (44,2 puntos más elevada que la población general), y un 48,5% han ocultado en el trabajo su trastorno para poder evitar un trato discriminatorio*.
3. No pueden tomar decisiones importantes
A menudo creemos que los síntomas y/o los efectos de la medicación anulan por completo las capacidades naturales de la persona, por lo que es necesario que otras personas tomen las decisiones importantes, porque ella no estará en lo correcto. Este pensamiento nos lleva al paternalismo, a pasar por encima de los deseos y necesidades expresados por una persona sólo por la enfermedad mental. Esto se aplica tanto a familiares, personas del entorno cercano como a profesionales. De la misma manera, con esta perspectiva se reduce la importancia de las quejas y preocupaciones de estas personas. A veces les propies psiquiatras quitan peso a la afectación de alguien que se queja de los efectos secundarios de una medicación, y muchas veces esto se excusa ligándolo a los síntomas: «se queja porque quiere llamar la atención, siempre lo hace». Desgraciadamente estos errores los hemos visto en primera persona. ¿Os imagináis que una persona con una enfermedad física le solicitara a su médico un cambio de medicación porque los efectos secundarios le están causando daño, y que éste le dijera que está mintiendo y exagerando? Sería extraño, ¿verdad? ¿Y por qué es tan común en salud mental?
En relación al estudio citado, el 26,1% de las personas entrevistadas han sido discriminadas en un centro hospitalario en alguna ocasión por el hecho de tener un trastorno mental y el 40,6% han sido discriminadas en un servicio de la red de salud mental*.
4. Son menos inteligentes y sin conocimientos culturales
Hemos llegado a ver profesionales (del sistema de salud público) negando rotundamente que una persona con una enfermedad mental pudiese tocar un instrumento y hacerlo bien. O que tengan estudios, que lean, que tengan conocimientos culturales, que puedan debatir sobre temas de interés común o cualquier habilidad que de otra persona no nos extrañaría. Socialmente se les incapacita en muchísimos ámbitos por asociar los trastornos mentales a tener menores capacidades intelectuales.
5. Son agresives
En este mito contribuyen en gran parte los medios de comunicación, como las típicas películas de miedo en los que de repente alguien tiene impulsos asesinos, o la prensa y la televisión cuando hablan de asesinatos, aclarando si la persona acusada tenía antecedentes de enfermedad mental o no. Todas estas imágenes se van quedando en nuestro imaginario social y condicionan la forma en la que percibimos y actuamos con alguien cuando sabemos que tiene una enfermedad mental.
Otro perjuicio de este estereotipo es que esta creencia impide visibilizar la violencia que sufren muchas personas por parte de su entorno cercano (familia, violencia de género en la que se vive una doble discriminación…) además de la propia violencia y discriminación que causa el estigma.
*El 50,4% de les participantes ha sufrido un trato injusto por parte de la familia nuclear, un 38,6% por parte de la familia extensa, un 40% por parte de la pareja y un 53,1% por el grupo de amistades.
Al final del artículo enlazamos el estudio completo para que podáis ampliar información si os interesa.

Hemos nombrado algunos de los estereotipos más comunes sobre personas con Trastorno Mental pero hay muchos otros. Os animamos a que compartáis vuestra opinión, que nos contéis qué os ha suscitado el artículo, otros mitos que se os ocurran o vuestra propia experiencia. Es un tema que da para muchos artículos, iremos profundizando más a lo largo del tiempo.
Referencias
*Datos recogidos del estudio «El estigma y la discriminación en salud mental en Cataluña 2016», elaborado por Spora Sinergies y la Universitat Autònoma de Barcelona, con la colaboración de la Obra Social «la Caixa» y Janssen.
Otros enlaces de interés
Estigma y discriminación – Obertament