El apego en la infancia es un tema que está a la orden del día, especialmente enfocado a los primeros años de vida de unx niñx. Este mes de marzo publicaremos tres artículos sobre nuestro enfoque en algunas cuestiones de este tema, con la intención de ofrecer una perspectiva más amplia a la que se trata habitualmente.
Hoy hablaremos de en qué consiste el apego, qué diversidad de factores intervienen en la manera en la que se establece y cómo puede influirnos a rasgos generales.
¿Qué es el apego?
Para definir este concepto hay que hacer mención a la descripción originaria del creador de la Teoría del apego, John Bowlby:
«Es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres/madres (o cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. El estado de seguridad, ansiedad o temor de unx niñx es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el vínculo)».
Es decir, el apego consistiría en la percepción de una persona desde sus primeros años de vida de cómo le valoran sus personas de referencia (generalmente les madres/padres) a través del modo en el que le cuidan y atienden a sus demandas y necesidades fisiológicas, afectivas, de atención, de seguridad, etc. Ahora bien, como adultes podemos comprobar que a lo largo de nuestra vida no sólo desarrollamos afecto por nuestres padres/madres, sino que tenemos diferentes relaciones sociales significativas, en las que creamos dinámicas de afecto y cuidado de diversos tipos. Por ejemplo, amistades, hermanes, parejas, abuelxs,… Nuestro apego como personas individuales se construye también a través de todas esas relaciones.
Se focaliza la insistencia en el apego ejercido por madres/padres por la demostrada relevancia que tiene en la personalidad de les niñes, pero no hay que olvidar que:
- El apego no es estático: La relación que se establece con nuestres madres/padres/figuras de referencia desde la infancia no es lineal ni estática. Como todas las relaciones sociales, se construyen cada día, a cada interacción. Esto significa que el tipo de apego con estas figuras puede ir variando a lo largo de nuestra vida si la atención y los cuidados cambian. Por ejemplo, se puede establecer un apego seguro los primeros años de vida, pero si la persona vive un conflicto que le trastoca a nivel personal y le afecta emocionalmente durante la etapa de la adolescencia o de la edad adulta y no recibe la atención requerida por parte de sus figuras de referencia (pongamos sus madres/padres) el vínculo que tenía con elles puede variar. Esto no es algo que generalmente suceda, ya que lo habitual es que repitamos con una persona el mismo tipo de dinámicas de atención desde que iniciamos la relación con ella (su nacimiento o el momento en el que nos conocemos), pero es algo que puede suceder y es importante tenerlo en cuenta, ya que las personas aún en la edad adulta nunca llegamos a ser 100% independientes del resto, como seres sociales necesitamos percibir apoyo, afecto y atención, y el hecho de no percibirlo perjudica a las relaciones con nuestro entorno y, por supuesto, a nuestra autoconfianza y autoestima.
- El apego no es sólo cosa de madres-padres-hijes: Como ya hemos comentado, es importante tener también en cuenta esto ya que de forma natural a lo largo de nuestra vida desarrollamos vínculos de afecto estrechos con varias personas. El apego no sólo nos vincula a las personas con las que «por sangre» estaremos unidas toda la vida, sino que también hace referencia a otras relaciones que pueden durar un tiempo determinado de nuestra historia vital, pero eso no significa que no hayan sido significativas para nosotres o que hayan tenido un impacto (más o menos consciente) en nuestra autoestima y la forma de autopercibirnos. Es más, enfocándonos de nuevo a les niñes, está demostrado que si se amplía el entorno de seguridad de lx niñx a largo plazo aumenta su bienestar emocional y psicosocial, por ejemplo a través de los beneficios que tiene para unx niñx compartir tiempo regularmente con sus abuelxs dado que así entiende que no sólo es importante para sus p/madres, y que también recibe apoyo y seguridad de otras personas importantes para ella/él.
Haciendo referencia al título del post, diremos que toda crianza tiene un tipo de apego (luego veremos los tipos), la diferencia está en la calidad de esos vínculos, pero todos los seres humanos (incluso otros animales) nos vinculamos y establecemos un tipo de apego con nuestros cuidadores.
Tipos de apego
El niño o la niña nos expresa sus necesidades mediante gestos como búsqueda de contacto, sonreír, llorar… y si el adulto que lo cuida corresponde a esos gestos, se desarrollará apego a ese adulto en concreto (llamado en psicología el “cuidador principal). El hecho de que el niño o la niña active unas u otras conductas de apego dependerá de los elementos de su entorno, que clasificará como seguros o inseguros.
Está claro que gracias al apego podemos sobrevivir como individuo y como especie, pero no todo se reduce a eso, también aprendemos a regular nuestras emociones a través del tipo de apego que establecemos.
Ninguno de nosotros nace con la capacidad de regular nuestras propias reacciones emocionales. La regulación de emociones se produce porque los cambios comunicados (mediante el llanto, el movimiento o los gestos) por los niños son respondidos, y se revierte ese estado de incomodidad. El niño va creando sus “modelos de funcionamiento del mundo” y al final del primer año sus actitudes ya son plenamente intencionales y busca respuestas específicas a hechos concretos, va aprendiendo de experiencias pasadas, incorporándolas a su sistema (Bowlby 1973).
Existen 4 tipos de apego, esto no quiere decir que todas las personas entremos dentro de las conductas prototípicas de estos cuatro tipos, las personas somos diversas, es imposible clasificarnos dentro de categorías rígidas, pero si que nos permite a los profesionales organizar el comportamiento de las personas e intervenir en patrones de conducta.
Mary Ainsworth estableció 3 tipos de apego, estudió la calidad del apego en niñxs de 12-24 meses en lo que se denominó «La situación Extraña» (ver vídeo abajo):
- APEGO SEGURO: Se produce ansiedad por la separación y vuelta a la tranquilidad y seguridad al encontrarse con el-la cuidador-a. La confianza está construida. Supone una protección frente a trastornos psicológicos y emocionales, muestran menos hostilidad y más habilidad para regularse en las relaciones, además el apego seguro genera sentimientos de capacidad y autoestima. Sentimos que podemos confiar en nuestros cuidadores, y eso se traduce en el resto de la relaciones que establecemos con otras personas. El niño o la niña ha aprendido que sus cuidadores están (física o simbólicamente) cuando necesita apoyo o tiene alguna necesidad, lo cual reduce su ansiedad ante la separación y le permite regular sus emociones.
- APEGO INSEGURO: El niño presenta ansiedad de separación, pero el reencuentro, a diferencia del apego seguro, no le tranquiliza (llanto incontrolable…). Necesitan mucha aprobación, que se les demuestre una y otra vez que los quieren, no aceptando bien las separaciones, adaptándose mal a otros cuidadores o al acudir a la guardería. Los niños no están seguros de la incondicionalidad de las figuras de apego, de su accesibilidad y disponibilidad, de recibir cariño y valoración por parte de ellos, en definitiva, sienten inseguridad y dudas en la relación.
Las causas de este tipo de apego pueden ser variadas: la incoherencia en la conducta de los cuidadores (a veces muy permisivos y otras muy exigentes, unas veces muy amables y otras muy secos), utilizar el chantaje emocional en la educación, realizar críticas negativas que pongan en cuestionamiento el valor de los menores, ser demasiado autoexigentes, padres con dificultades emocionales y/o mala relación de pareja, etc.
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- APEGO EVITATIVO: Los niños que han adquirido este tipo de apego no se sienten queridos y valorados por sus cuidadores, no confían en que puedan ayudarlos. Como el contacto emocional siempre les resulta frustrante, aprenden a no expresar y no entienden las emociones de los demás, evitando el contacto interpersonal con una coraza que les evite sufrir, pues temen y rechazan las relaciones íntimas. Cuando se separan de sus padres no suelen tener ninguna conducta de queja, ansiedad o llano porque saben que han aprendido que no tendrán una respuesta de atención, lo mismo ocurre cuando se reencuentran con los cuidadores, la actitud es de indiferencia hacia ellos, evitando las manifestaciones afectivas e incluso pueden rechazar las de sus padres.
Algunas causas relacionadas con este tipo de apego pueden ser rechazo emocional de los cuidadores, la falta de respuesta o conductas ineficaces ante las demandas de ayuda del niño, una relación fría y distante, falta de de intimidad, falta de valoración y apreciación, el hecho de no estar disponible y ser accesible a sus necesidades…
Posteriormente se estableció un cuarto tipo de apego:
- APEGO DESORGANIZADO: Es típico en los niños víctimas de maltrato o negligencia, que poseen un sentimiento ambivalente entre la necesidad de tener contacto y afecto con el cuidador y el miedo a tenerlo. Los menores con este estilo de apego no han aprendido estrategias para controlar las emociones, con lo cual se sienten desbordados por sus emociones desagradables y tampoco pueden expresar las agradables. Estos niños o niñas suelen presentar cambios inesperados y aparentemente incomprensibles en las relaciones con los demás, relaciones conflictivas con los compañeros/as, conductas destructivas relacionadas con sus juguetes u objetos, dificultades para congeniar con sus cuidadores/as, etc.
Es importante saber que el único apego patológico a priori es el tipo desorganizado, el resto son compatibles con el bienestar psicológico y social, siempre y cuando haya otros vínculos con otras personas que sean diferentes, esto es importante y es que no tenemos el mismo tipo de apego con todas las personas significativas para nosotrxs, podemos tener un apego seguro con nuestra madre y evitativo con nuestro padre, tener un apego seguro con nuestra pareja, e incluso tener diferentes tipos de apego con cada unx de nuestrxs hijxs. Los vínculos y las relaciones son algo dinámico, que cambian con el tiempo y con las personas significativas con las que nos vamos relacionando a lo largo de la vida.
Algunas cosas importantes del experimento de «La situación extraña», en primer lugar, no podemos esperar una reproducción literal de las conductas que se dan en el estudio, no es lo mismo observar la conducta de un niño o niña en un laboratorio (como es el caso) que en su entorno familiar, aquí hay muchos más factores nuevos para el niño o la niña que influyen en su respuesta.
Otro error importante (que comentábamos anteriormente) es que tendemos a pensar que el tipo de apego que desarrolle el niño o la niña con su cuidador principal conformará su personalidad de una manera invariable, como comentábamos el apego es dinámico y contextual (con unas personas nos vinculamos de una manera y con otras de otra), es más adecuado clasificar el apego como unas estrategias de adaptación a una situación-persona concreta que como una característica de nuestra personalidad.
¿Qué opináis de este tema? ¿No creéis que a veces hay un exceso de información (redes sociales…) que puede confundir o hacer que muchas personas (sobre todo madres y padres) se culpabilicen por no saber si están haciendo lo correcto con sus hijxs?